Cuaderno de viaje de nuestros reporteros
Asturianos en La Habana, Cuba
- julio de 2012María Luengo
Estoy enganchada de La Habana. Así, tal cual. Sin remedio. Enganchada y atrapada.
Hay viajes y viajes. Los hay interesantes, los hay divertidos, emotivos, y todos, absolutamente todos, son enriquecedores. Pero por encima de esto, hay viajes que marcan. Y a mí, mi primera visita a Cuba, a La Habana, me ha dejado una huella imborrable.
Si tuviera que definir lo que fueron mis días en la ciudad me quedaría con una palabra, descubrimiento. De su gente, de su vida, de sus ganas de aprovechar cada minuto, de su ritmo contagioso, de su luz, de su música. Éste era un viaje soñado que no sé muy bien porqué no había llevado a cabo aún. Supongo que influyó el hecho de que en mis planes no estaba el típico tour organizado. No era esa la Cuba que quería conocer. Y entonces surgió la oportunidad de recorrer la capital de la isla trabajando. Y no ha podido ser mejor la manera de descubrir un fragmento de La Habana. Digo fragmento porque aún me queda. La ciudad me pide más tiempo. Pero fue un “cachito” jugoso, que ha dado para mucho. Tanto, que os lo ofreceremos en dos programas.
Centramos el primero de ellos en La Habana más cultural. Y lo hacemos con dos asturianos de excepción. Dos guías de categoría que nos hicieron disfrutar de una ciudad de la que saben sacar el máximo provecho.
Seguramente sois muchos quienes conocéis a Luis Gardey. Cantautor de Quintes, querido y admirado aquí. Laureado, allá. Con él disfrutamos de un espléndido paseo por la Habana Vieja, el corazón de la ciudad. Saboreamos el auténtico mojito cubano, como no, en La Bodeguita del Medio, y tuvimos la oportunidad de comprobar el enorme cariño que el pueblo cubano le profesa. Todo ello acompañado de una banda sonora continua. Al son de la ciudad más musical del mundo. Un recorrido salpicado de la amabilidad y la alegría de los habaneros. De personajes para el recuerdo. De sonrisas. También con Luis nos acercamos a un lugar de ensueño, la Marina Hemingway en la que en compañía de más asturianos, tuvimos el privilegio de conocer al magnífico intérprete cubano Frank Fernández. Y cómo de música va la cosa, no podíamos dejar de visitar con Luis el Tropicana. Luces, música, colores... bajo las estrellas. Una oportunidad, como dicen por allí, linda, linda. El espectáculo no tiene desperdicio.
Por su esto fuese poco, el programa se completa con la genuina y simpatiquísima avilesina Pilar Fernández, a la que la vida le puso a La Habana en su camino. Oportunidad que no desperdició y que le llevó a una felicidad que hoy refleja y desprende. Urbe que no deja de sorprenderle y de la que nos muestra rincones desconocidos para el turista como, por ejemplo, un cinematográfico bosque situado en medio de la ciudad. Además, nos guiará por el barrio del Vedado. Visitaremos una casa con una preciosa historia de amor. Conoceremos a Juan, el guardián de los “espejuelos” de Lennon. Recorreremos el entorno de una Universidad que tiene mucho que ver con la historia reciente del país. Y contemplaremos un atardecer de postal en uno de los nuevos y agradables locales que nos ofrece esta Habana en proceso de apertura. Pero esto no es todo, la guinda la pone una “fabadona”. A más de 30º, en pleno mes de julio, y para cenar!!!! Un fabada con sorpresa. La de una compañía especial. La del excelente actor Jorge Perugorría, “Pichi” para los amigos. Todo un lujo!!
Estos son nuestros ingredientes para este lunes. Ojalá los disfrutéis tanto como yo lo hice, como lo hago al recordarlo. Comparto con Pilar una de las cualidades que ella más destaca de La Habana, el encontrar a diario motivos para reírse. Creo que nunca me había reido tanto en tan poco tiempo. Y reírse es salud. Reírse es vida. Y eso es para mí La Habana, vida!!!
Termino este relato con dos menciones a dos personas imprescindibles. La primera es para Tonono, quien con mucho arte y enorme profesionalidad captó imágenes increíbles de La Habana y sus gentes. A pesar de que los mosquitos se pegaron el gran banquete con él, a pesar del sofocante calor que tanto le incomodaba, estuvo más que a la altura y el resultado, es visible. Podréis comprobarlo. Gracias compañero!!! Y una última mención para quien se convirtió en la pieza perfecta. Pedrito. Joven cubano al que sometimos a un curso acelerado de asturianía y televisión. Que con gran curiosidad, inquietud, inteligencia y paciencia, fue el tercero en discordia. Gracias niño Milamal por descubrirnos la ciudad del modo que lo hiciste. Gracias por las muchas sonrisas y los buenísimos ratos!!!!
Parafraseando al collaciu Joaquín Uría (al que podréis ver unos instantes en el programa), y con permiso de señor Unamuno, espero y deseo poder desgastarme yo también muchos pares de zapatos en La Habana.